El Síndrome de Poland es una enfermedad de carácter raro y congénito que afecta a la pared torácica (torso) y al miembro superior del cuerpo. Su característica determinante es la aplasia unilateral de la porción costoesternal del músculo pectoral mayor. Es decir, la ausencia de la parte más anterior de este músculo manifestándose visualmente como un aplanamiento de uno de los dos lados del tórax.
La afectación del tejido mamario es habitual y se produce en los dos sexos; mucho más evidente en el sexo femenino la alteración de la glándula mamaria va desde la falta de desarrollo mamario (hipoplasia) hasta la ausencia total de tejido mamario (amastia).
El objetivo principal de esta cirugía es la reconstrucción estética del busto. Para ello, es imprescindible ver el caso de cada paciente para poder hacer una valoración personalitzada.
Generalmente se realiza una mamoplastia de aumento vía axilar. La particularidad es que, para conseguir simetrizar el pecho, las prótesis mamarias deben ser de distinto tamaño buscando que el volumen final sea lo más simétrico y natural posible. El procedimiento a realizar sobre la mama del lado no afectado por el Síndrome de Poland puede incluir una mastopexia o incluso una reducción.
La cirugía del Síndrome de Poland consigue eliminar el que posiblemente es el signo más estigmatizante, la afectación mamaria. Con ello se consigue que la mujer recupere un pecho armónico y simétrico, además de la identidad y la autoestima.
Pasado un mes de la intervención se habrá resuelto la práctica totalidad del proceso inflamatorio,. No obstante, la evolución global hasta conseguir la estabilización definitiva se considera a los seis meses.
Se deberá llevar una banda y un sujetador especial (tipo de deporte) durante un mes.
Aunque las pacientes serán portadoras de drenajes durante las primeras 48 horas, estos no son una indicación para quedarse ingresado. Sirven para evitar la acumulación de sangre y secreciones así como reducir la inflamación y posibles molestias postoperatorias. Habitualmente se retiran en la primera visita de curas.
Entre la primera semana y los diez días, se aconseja empezar con los masajes y drenaje linfático que ayudarán a reducir la inflamación y recuperarse antes de la intervención.
Aunque la vida social se reanudará a los pocos días, la incorporación al trabajo dependerá de la actividad desarrollada.